Nuestro invitado de hoy, Carmelo Rivero, conocido por muchos como “El Clavo” del “Empuje” representa sin dudas
la historia viva de Tarariras; siendo
justamente nuestro amigo uno de los últimos sobrevivientes de aquella lejana
época donde el tren era un pasatiempo infaltable para ir a ver y las calles de
tierra, desiertas de casas a su alrededor, son testimonio de una época en paz,
de trabajo y mucho sacrificio para seguir adelante. Hoy en nuestra páginas CARMELO RIVERO “EL CLAVO”.
“En aquella época no habían muchas casas, de por si en lo que hoy es el Empuje no había nada, eran solo 4, 5 ranchos y después era todo baldío. Éramos solo 4 familias, estábamos nosotros, los Aranda, la familia Gómez y Celedon. Calles de tierra, que en día de lluvia, veíamos por la ventana pasar los vehículos con cadenas en sus ruedas, era la única manera de pasar sino la quedabas en el barro, los autos de Simpson siempre recuerdo que colocaban sus cadenas y seguían su trayecto. El Tanque de OSE, un tanque de zinc, la mitad del que hoy vemos, dividía la ciudad, este lado era “El Empuje”, del otro era “El Centro”… Comenzó contando don RIVERO, hoy con 82 años, nacido en Tarariras el 11 de Marzo de 1938.
Su padre, Felipe Santiago Rivero, proveniente de la barra San Juan se casó con Margarita Rodríguez, con quienes formaron una familia de 9 hijos, de los cuales, solo uno, hoy nuestro entrevistado, es el único sobreviviente a diferentes épocas, circunstancias y tanta historia que comenzó a forjar la vida de nuestra ciudad. “Papá era dueño de todos los terrenos que estaban en esta esquina, donde hoy está la sede de Pompeya, allí se ubicaba la Seccional Policial. Vi pasar muchos presos por frente a casa, en aquellas épocas Aurelio Bonjour era el hombre de las actas y Norberto Celedon el comisario del pueblo. Donde está Juventus, ahí era el lugar de los caballos de la policía, estaban todos allá abajo y cada tanto veías a la policía salir en sus caballos a recorrer las calles, era una época de muy pocos vehículos”… guarda en su memoria y nos narra el hombre que de pequeño como muchos Tararirenses, inició sus estudios en la Escuela Nº 38… “Y hasta allí llegué, porque la verdad me gustaba muy poco estudiar, la mayoría de las veces me escapaba” agrega Don Carmelo que a la hora de recordar “las bandidiadas” con los amigos nos lleva una época de oro…el paso del Tren…
“La máxima diversión que teníamos de chicos, era esperar que pase el tren. Nos juntábamos con toda la barra y llevábamos monedas, cuando escuchábamos y veíamos a lo lejos que venía el tren, agarrábamos las monedas y las poníamos en los rieles, el tren pasaba y las dejaba “chatitas”, era la diversión que teníamos, después nos volvíamos para las casas”.
Pero también había un lugar que se hacía especial en aquellos tiempos, era el lugar donde “había todo y no faltaba nada” era el almacén del barrio, las almacenes de antes…“Yo me acuerdo que iba a comprar caramelos, era la Almacén de Octavio Quintana. Ahí había de todo, almacén, bar, cancha de paleta, era tan famoso el lugar que los sábados venían de todas partes, Miguelete, Colonia, toda la zona de Ombúes, los sábados era un día de fiesta, yo era chico pero recuerdo “los palitos” con los cuales se marcaban los tantos de juego y alguna que otra “pelea” siempre surgía, pero yo miraba de afuera y lejos nomás. Al otro día se escuchaban los cuentos”.
Los sábados eran especiales en “aquel almacén”, pero a la hora de recordar momentos únicos, “Los Carnavales” también tenían un lugar en aquellas épocas y como dice nuestro entrevistado… “Carnavales eran los de antes…” “Cuando había Carnaval no quedaba nadie en las casas, nos íbamos todos, era la fiesta del pueblo. Se hacía en General Artigas, desde donde hoy está el juzgado, hasta donde estaba el Bar Lima ahí se festejaba el carnaval. Eso era lo máximo, ahí como te decía no faltaba nadie, recuerdo ver “ a Eduardo Rodríguez, el papá de “Marmisa”, él tocaba el acordeón y a su lado tenía una latita donde muchos dejaban “su monedita” para ayudarle. Yo tenía 9, 10 años y la primera murga que vi salió del Empuje con el “Tino” González, “Patita” Rodríguez, “Chirimino” Rodríguez y tanto otros. Ese día veías a todos contentos, así eran los carnavales de antes”.
El tiempo pasó, la Escuela había terminado y ya no había oportunidad para seguir “viendo de lejos” los sábados de pelota paleta o juntarse con amigos para ir por el paso del tren, era momento de salir a trabajar y otra vez, El frigorífico, vuelve a ser el inicio en esta nueva etapa de trabajo de nuestros vecinos, por un tiempo nomás, porque más tarde llegaría su paso por el Este del país, para después de unos años, regresar y ahí sí, permanecer hasta el día de hoy en Tarariras…
Trabajé en la construcción y a los 18 años entré en el Frigorífico, fueron 5 años en la faena. Después me fui a Montevideo donde continúe trabajando en la construcción y 5 años también en Queserías. Me fui al Este y allá viví en San Carlos viajando a Punta del Este, que era donde estaba el trabajo. Teníamos una hora de viaje, todos los días comenzábamos 5:30, salíamos a las 6:00 y 7; 30 estábamos prontos para comenzar la jornada de trabajo en Punta de Este”…
Con toda la fuerza de su juventud, Don Carmelo escribió su mayor trayectoria de trabajo por la capital y el Este del país, pero aún quedaba otra parte importante por cumplir aquí en nuestra ciudad y fue en Sociedad de Fomento donde cumplió 23 años de labor para luego llegar a su merecida jubilación… “Después que volví de viajar y trabajar la mayor parte de todos los años fuera de Tarariras en la construcción, comencé acá en la Sociedad de Fomento, primero trabajando con la semilla y más tarde de sereno, fueron 23 años seguidos, después me jubilé”.
Por años, la imagen de “Clavo” Rivero con su “bolso” caminando en busca del pan y diferentes “mandados” es sin dudas una de las postales que no vamos a olvidar, hoy continúa viviendo en la casa que él mismo construyó hace 37 años. Donde vivió junto a su señora Teresa Fernández, hoy fallecida, con quien supo estar por 30 años y formar su familia de 4 hijos…Federico, con quien hoy vive, Ana quien también está aquí en Tarariras, Santiago hoy viviendo en Pando y su otra hija Natalia en Maldonado.
Recuerdos de época sublime para nuestra ciudad. Época rica en esfuerzo y sacrificio y quizás no tanto en el poder adquisitivo. Y justamente por eso, quizás podamos entender el don de buena gente de muchos, donde a la hora de ayudar, dar una mano y preocuparse por el vecino… “eso no faltaba”, no dejaba de mencionar “Clavo” Rivero… “A la hora de levantar una casa o dar una mano al vecino, ahí estábamos todos, no faltaba nadie. Siempre que se podía ayudar, estaban todos. Eso ha cambiado, hoy va a ser muy difícil verlo, de antes quedaron muchos recuerdos pero sobre todo los buenos vecinos, que no hayan problemas, que te ayuden, siempre poder dar una mano”. Finalizaba contando, casi que con orgullo y el pecho inflado, nuestro Personaje elegido. Es que sí…lo sabemos por historia y cuentos del pasado que hace mucho, mucho tiempo… “no estaban para la chiquita”…antes dar una mano, cerrar un negocio con la Palabra, era parte de la vida diaria y que identificó a muchas personas de nuestro querido pasado.
Carmelo Rivero, “El Clavo”…fue y es una de esas personas; de palabra. Buen hombre. Trabajador y ejemplar Padre de familia, que la luchó incluso solo desde hace unos años, cuando su señora falleció. En el barrio, decir “Clavo” Rivero es sacarse el sombrero por saber y conocer que aquel hombre alto, flaco y cabezón como un “clavo”, es sinónimo de sacrificio y humildad. Un buen corazón y una humilde vida que muchos, saben respetar.
¿”El Clavo” Rivero…? Si lo conozco. Es parte de MI GENTE en MI PUEBLO.
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